A través de toda la historia humana el hombre necesito re-ligarse con algo superior, algo que este dentro de el, fuera de el, y dentro y fuera de todo lo existente. Esta relación hace que el hombre le de un sentido a todo lo que observa, le de mas valor a la vida, y la direccione hacia la trascendencia y hacia un futuro que ni la muerte pueda destruir.
Nadie puede decir nada de aquello que denominamos Dios, solo podemos hablar de lo que se dijo de El, que es totalmente diferente.
Cada vez que una civilización llega a su punto de decadencia mayor, en que nadie ve un futuro abierto, en el que el delito, la corrupción, el desorden, y todas las bajezas humanas se enseñorean, se escucha en voz muy baja, un clamor, un profundo llamado humano, para que algo los libere de esa atrocidad.
Entonces de a poco, y a través de toda la historia, si nos fijamos bien, fueron surgiendo nuevas formas, nuevas respuestas, algo, que siempre que aparece, no es escuchado por la vorágine de esos tiempos oscuros, pero que a medida en que el tiempo va transcurriendo, es finalmente oído.
Ese clamor del que hablo, es una fuerte necesidad de poner en marcha un mundo nuevo, con creencias nuevas, que lleven a una nueva visión de los Dioses, una nueva forma de interpretar la política, la filosofía, el arte, de descreer de todo lo que parece verdad irrefutable y que ya no hay mas nada que decir,…. de despertar,… los únicos hombres capaces de cambiar todo, son los hombres con una profunda religiosidad, ya que con esa “Fuerza” cambian todo lo que los rodea: ya se llame política, economía, arte, ciencia, absolutamente todo, ya que viene inspirado, o como diría un místico, viene guiado por los Ángeles.
Gracias a esa necesidad, luego de grandes decadencias, aparecieron nuevas civilizaciones que le dieron a todo, el sentido que se había perdido.
Estos ajustes en la historia son de neta necesidad religiosa, espiritual, y no producto del pragmatismo, o del cinismo, esto aparece cuando el ser humano se encuentra con el mismo, produciendo esa chispa que revoluciona todo, y haciendo que la especie pegue un salto de conciencia.
Eso es producto de la religiosidad, que conlleva el amor, la verdadera caridad y la creatividad, y que tiene como mayor valor moral y ley sagrada: “La regla de Oro”, que seria “Trata a los demás como quieras que te traten”.
A esta regla la fueron variando, según la escuela a que pertenecía, pero siempre manteniendo el mismo espíritu, por ejemplo, voy a escribirlas de la manera en que fueron pronunciadas: “Lo que no quieras para ti, no se lo hagas a tu prójimo” (Rabino Hillel), “Que me sea dado hacer a los otros lo que yo quisiera que me hicieran a mi”(Platón), “No hagas a otro lo que no te gustaría que te hicieran”(Confucio), “Todas las cosas que quisierais que los hombres hicieran con vosotros, así también haced vosotros con ellos”(los cristianos), y así muchas otras escuelas.
Esta regla de Oro fue comprobada por Heródoto en distintos pueblos de la antigüedad.
Si habitualmente no se trata al vecino en base a este principio fundamental, ¿qué puede quedar para los que hablan del cambio de la sociedad y del mundo?, ¿en qué se fundamenta realmente su lucha para mejorar las condiciones de vida del ser humano?
La verdadera religiosidad, la que nos lleva a reconocernos a nosotros y a los demás, se basa en la reconciliación, el amor, la compasión, la paz, la no violencia, y la igualdad.
En cambio, cuando hablamos de Religión, vemos que ésta es una “traducción” de aquella profunda religiosidad que despertó al hombre en algún momento, de aquella gran experiencia interna que tuvieron algunos individuos, en un tiempo anterior a ellos, y cada pueblo en el mundo tradujo tal cual sus respectivos paisajes de formación, y de tiempo que le toco vivir.
Las religiones entonces irrumpen en una determinada época, y exclaman que “Dios se ha vuelto a revelar al hombre”, sin tener mucha experiencia de lo que se esta hablando.
Entonces el problema comienza cuando dicha revelación se dice que viene de “afuera” del hombre, desde los cielos, desde la altura, perdiendo así el registro humano, y religioso, que conecta al hombre directamente con esa “Fuerza” de la que no me atrevería nunca a ponerle un nombre.
Así nace la religión, generalmente “externa”, que pretende imponer la voluntad de sus Dioses, y genera un sistema de castas políticas y jerárquicas, que hacen que el ser humano empiece a perder la verdadera comunicación con lo Sagrado, y se vuelva a desviar la historia.
En fin, la religiosidad no nos habla de libertad, ya que ésta no existe, pero si nos habla de liberación, de ir liberándose paso a paso, escalón por escalón……..
Amigos, voy a regalarles unos párrafos de un libro escrito, por el que para mí, es un gran revolucionario actual, es de Mario Rodríguez Cobos, del libro “La mirada interna”:
“Cuando se habló de las ciudades de los dioses adonde quisieron arribar numerosos héroes de distintos pueblos; cuando se habló de paraísos en que dioses y hombres convivían en original naturaleza transfigurada; cuando se habló de caídas y diluvios, se dijo gran verdad interior.
Luego los redentores trajeron sus mensajes, y llegaron a nosotros en doble naturaleza, para restablecer aquella nostálgica unidad perdida. También entonces se dijo gran verdad interior.
Sin embargo, cuando se dijo todo aquello, colocándolo afuera de la mente, se erró o se mintió.
Inversamente, el mundo externo confundido con la interna mirada obliga a este a recorrer nuevos caminos.
Así, hoy vuela hacia las estrellas el héroe de esta edad. Vuela a través de regiones antes ignoradas. Vuela hacia fuera de su mundo y, sin saberlo, va impulsado hasta el interno y luminoso centro”
Un abrazo a todos.
Nadie puede decir nada de aquello que denominamos Dios, solo podemos hablar de lo que se dijo de El, que es totalmente diferente.
Cada vez que una civilización llega a su punto de decadencia mayor, en que nadie ve un futuro abierto, en el que el delito, la corrupción, el desorden, y todas las bajezas humanas se enseñorean, se escucha en voz muy baja, un clamor, un profundo llamado humano, para que algo los libere de esa atrocidad.
Entonces de a poco, y a través de toda la historia, si nos fijamos bien, fueron surgiendo nuevas formas, nuevas respuestas, algo, que siempre que aparece, no es escuchado por la vorágine de esos tiempos oscuros, pero que a medida en que el tiempo va transcurriendo, es finalmente oído.
Ese clamor del que hablo, es una fuerte necesidad de poner en marcha un mundo nuevo, con creencias nuevas, que lleven a una nueva visión de los Dioses, una nueva forma de interpretar la política, la filosofía, el arte, de descreer de todo lo que parece verdad irrefutable y que ya no hay mas nada que decir,…. de despertar,… los únicos hombres capaces de cambiar todo, son los hombres con una profunda religiosidad, ya que con esa “Fuerza” cambian todo lo que los rodea: ya se llame política, economía, arte, ciencia, absolutamente todo, ya que viene inspirado, o como diría un místico, viene guiado por los Ángeles.
Gracias a esa necesidad, luego de grandes decadencias, aparecieron nuevas civilizaciones que le dieron a todo, el sentido que se había perdido.
Estos ajustes en la historia son de neta necesidad religiosa, espiritual, y no producto del pragmatismo, o del cinismo, esto aparece cuando el ser humano se encuentra con el mismo, produciendo esa chispa que revoluciona todo, y haciendo que la especie pegue un salto de conciencia.
Eso es producto de la religiosidad, que conlleva el amor, la verdadera caridad y la creatividad, y que tiene como mayor valor moral y ley sagrada: “La regla de Oro”, que seria “Trata a los demás como quieras que te traten”.
A esta regla la fueron variando, según la escuela a que pertenecía, pero siempre manteniendo el mismo espíritu, por ejemplo, voy a escribirlas de la manera en que fueron pronunciadas: “Lo que no quieras para ti, no se lo hagas a tu prójimo” (Rabino Hillel), “Que me sea dado hacer a los otros lo que yo quisiera que me hicieran a mi”(Platón), “No hagas a otro lo que no te gustaría que te hicieran”(Confucio), “Todas las cosas que quisierais que los hombres hicieran con vosotros, así también haced vosotros con ellos”(los cristianos), y así muchas otras escuelas.
Esta regla de Oro fue comprobada por Heródoto en distintos pueblos de la antigüedad.
Si habitualmente no se trata al vecino en base a este principio fundamental, ¿qué puede quedar para los que hablan del cambio de la sociedad y del mundo?, ¿en qué se fundamenta realmente su lucha para mejorar las condiciones de vida del ser humano?
La verdadera religiosidad, la que nos lleva a reconocernos a nosotros y a los demás, se basa en la reconciliación, el amor, la compasión, la paz, la no violencia, y la igualdad.
En cambio, cuando hablamos de Religión, vemos que ésta es una “traducción” de aquella profunda religiosidad que despertó al hombre en algún momento, de aquella gran experiencia interna que tuvieron algunos individuos, en un tiempo anterior a ellos, y cada pueblo en el mundo tradujo tal cual sus respectivos paisajes de formación, y de tiempo que le toco vivir.
Las religiones entonces irrumpen en una determinada época, y exclaman que “Dios se ha vuelto a revelar al hombre”, sin tener mucha experiencia de lo que se esta hablando.
Entonces el problema comienza cuando dicha revelación se dice que viene de “afuera” del hombre, desde los cielos, desde la altura, perdiendo así el registro humano, y religioso, que conecta al hombre directamente con esa “Fuerza” de la que no me atrevería nunca a ponerle un nombre.
Así nace la religión, generalmente “externa”, que pretende imponer la voluntad de sus Dioses, y genera un sistema de castas políticas y jerárquicas, que hacen que el ser humano empiece a perder la verdadera comunicación con lo Sagrado, y se vuelva a desviar la historia.
En fin, la religiosidad no nos habla de libertad, ya que ésta no existe, pero si nos habla de liberación, de ir liberándose paso a paso, escalón por escalón……..
Amigos, voy a regalarles unos párrafos de un libro escrito, por el que para mí, es un gran revolucionario actual, es de Mario Rodríguez Cobos, del libro “La mirada interna”:
“Cuando se habló de las ciudades de los dioses adonde quisieron arribar numerosos héroes de distintos pueblos; cuando se habló de paraísos en que dioses y hombres convivían en original naturaleza transfigurada; cuando se habló de caídas y diluvios, se dijo gran verdad interior.
Luego los redentores trajeron sus mensajes, y llegaron a nosotros en doble naturaleza, para restablecer aquella nostálgica unidad perdida. También entonces se dijo gran verdad interior.
Sin embargo, cuando se dijo todo aquello, colocándolo afuera de la mente, se erró o se mintió.
Inversamente, el mundo externo confundido con la interna mirada obliga a este a recorrer nuevos caminos.
Así, hoy vuela hacia las estrellas el héroe de esta edad. Vuela a través de regiones antes ignoradas. Vuela hacia fuera de su mundo y, sin saberlo, va impulsado hasta el interno y luminoso centro”
Un abrazo a todos.
2 comentarios:
Fabián, eso mismo, que es el carozo, la etimología, lo que sea, de la palabra "religión"...
re-ligar, volver a unir....
lástima que ésa, como tantas otras palabras, esté tan desoída, y tapada por significados y connotaciones que le son intrínsecamente ajenos...
algo haremos, sin embargo...
un gran abrazo!!!
Fer.-
Es asi Fer, de eso se trata, si hay necesidad por parte de uno, hay union, todo funciona, las cosas marchan (en todos los aspectos).
En cuanto se corta esa ligazon, se pierde la unidad, y se pierde el sentido.......y andamos como medio extraviados.....
Y en esta civilizacion, sabemos mucho de eso lamentablemente.
Muchisimas gracias por el intercambio....
Un abrazo.....
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